Tengo que reconocer que nunca fui un hombre fácil de encasillar. Cuando la mayoría de la gente tiene aficiones comunes, yo siempre daba una vuelta de tuerca. Y la verdad es que lo hacía desde pequeño, creo que siempre he ido contracorriente. Cuando todo el mundo era aficionado del Barcelona o del Real Madrid yo me hice de la Real Sociedad.
Cuando todo el mundo animaba a Miguel Indurain pues yo me hice de Gianni Bugno. Cuando todo el mundo le gustaba salir de fiesta pues yo me dedicaba a jugar al PC Fútbol en mi ordenador. Años después se ha demostrado que no iba tan desencaminado. Pues bien, con el paso de los años seguí por el mismo camino.
Mis aficionados eran dos: el mar y el golf. ¿Qué te parece? La verdad es que amaba el golf con la misma intensidad con la que me perdía mirando el horizonte del mar. Durante años me sentí como Alejandro Sanz, es decir, con el corazón partió, como si cada afición me reclamara en direcciones opuestas. Y la verdad es que los primeros años no fue fácil.
En la ciudad, el green me llamaba temprano, era de esas personas que madrugaba para ir a jugar al campo de golf. Tengo que reconocer que no lo hacía para ir a trabajar, pero en este caso, no me encantaba. Como siempre me dijo mi abuela, “sarna con gusto no pica”. Pero en cuanto podía, escapaba a la costa, donde el mar me devolvía algo que es de esas cosas que no se puede comprar: el alma.
Estuve muchos años así, buscando un equilibrio imposible. Hasta que un día, por una casualidad —o quizás por algo más— llegué a La Albufereta. ¿Conoces esta zona? Pues es maravillosa, sobre todo tienes que conocer sus playas.
Yo lo recuerdo muy bien. Era un día de esos tontos de primavera. El sol iba cayendo y parecía que iba a ser un día simple. Caminé por un sendero bordeado de pinos que me llevó a un rincón elevado. Desde allí, pude ver algo que me hizo detenerme: un campo de golf que se asomaba al mar. La verdad es que aluciné porque era esa postal que siempre yo había tenido en mi mente. Bueno, mejor dicho en mis sueños.
Ahora me pongo romántico y os digo que sentí una punzada en el pecho. Pero de los buenos. Y la verdad es que no era un dolor de nostalgia, lo era de reconocimiento. Como si ese lugar supiera que lo había estado buscando. Como si siempre hubiera estado conmigo.
Compra de una casa
Así que lo tuve bien claro. Tenía que comprar una pequeña casa a unos metros de la playa. Porque así iba a matar dos pájaros de un tiro. Ya me veía con mis palos en la entrada y salir descalzo a ver el amanecer. Me pongo muy romántico porque la verdad es que es para ello.
Recuerdo la mañana que entré a la inmobiliaria Mar & Golf, y oye, que fue otro flechazo. En esta zona costera privilegiada de Alicante, encontré lo que buscaba: una experiencia de vida de lujo y confort. Una zona con vistas panorámicas al mar y un impresionante paisaje natural que rodea la zona.
Este piso contaba con un diseño modernos y acabados de alta calidad, y estaba equipado con las últimas tecnologías para garantizar la máxima comodidad y conveniencia. Mi chalet ofrecía impresionantes vistas al mar, amplios jardines, piscinas privadas y una amplia gama de comodidades exclusivas. La verdad es que si puedes echar un vistazo, te lo recomiendo.
Una nueva vida
Y así comenzó mi nueva vida. Por las mañanas jugaba nueve hoyos, con la brisa del levante acariciando la cara. La verdad es que no hay nada igual. Por las tardes, nadaba o pescaba desde las rocas, mientras el mar Mediterráneo, a aquel que de manera brillante le cantó Joan Manuel Serrat, susurraba historias. Y me vuelvo a poner de bueno romántico, al estilo de Gustavo Adolfo Bequer, os digo que en La Albufereta, el golf y el mar no competían. Aquí se abrazaban. Había conseguido mi sueño, unir mis dos aficiones, o mejor dicho, mis dos pasiones.
Hoy, cuando mis amigos me preguntan por qué sonrío tanto, solo les digo que lo hago porque por fin encontré mi lugar. Un rincón donde el swing y las olas se dan la mano. Donde por fin, después de tanto buscar, encajé. Gracias vida, gracias Albufereta porque contigo he vivido una experiencia de vida única y de alta calidad en una de las zonas más exclusivas de Alicante.