Cuando asistimos a una boda solemos regalar una cantidad de dinero, mayor o menor, dependiendo de nuestra situación económica y de la relación que tengamos con los novios. Antes se regalaban cosas para la casa, era una tradición que se empezó a popularizar para ayudar al nuevo matrimonio a equipar su vivienda, y luego, para no repetir regalos y comprar lo que realmente interesa a la pareja, se empezaron a poner de moda las “listas de boda”, donde se enumeraban una serie de electrodomésticos y artículos de decoración que los invitados podían comprar y regalar a la pareja. Ahora no nos calentamos la cabeza, acabamos antes dando dinero. Práctico pero muy poco personal.
Lógicamente en la mayoría de las bodas acabo haciendo lo mismo que hacen los demás: ingreso una cantidad de dinero, más o menos similar, en el número de cuenta que la pareja hace llegar a sus invitados a través del tarjetón o de cualquier otro medio. Pero en las bodas que realmente me importan, y eso no significa que el resto se me indiferente, me gusta regalar algo más personal, algo que tenga mucho más significado que unos números en un papel o un par de billetes de cincuenta en la mano.
Algo más personal
Cuando se casó una de mis mejores amigas le regalé el reportaje fotográfico. Lógicamente yo no podía pagar los 1000 euros que suelen pedir algunos fotógrafos profesionales así que fui yo misma quien hice las fotografías, los retoques y el diseño del álbum. Para ello, me tiré año y medio haciendo cursos, unos gratuitos y otros no, con el fin de contar con los conocimientos que me hacían falta pues el equipo ya lo tenía, y el talento, según dicen, también.
Ahora la que se casa es mi hermana y como su “dama de honor” (o eso dice ella) pienso implicarme todo lo que pueda en los preparativos y regalarle el mejor vestido del mundo. Mi madre, que es muy “pesetera” dice que quiere regalarles las alianzas de boda porque, según ella, es algo no perderá valor con el tiempo, sino que lo ganará con los años, así que la semana pasada estuvimos en Joyería Lorena eligiendo este tipo de alianzas de boda bicolor. Se quedaron con una de 18 kilates que tiene un acabado texturizado en sus bandas laterales precioso.
Yo preferí regalarle el vestido porque quería que fuera algo especial para ella y nadie más. No es que no adore a mi cuñado, es maravilloso, pero ella es mi hermana y quería que fuese algo entre nosotras. Mañana mismo vamos a ir a elegir vestido, bueno… o a comprarlo, porque ha mirado ya tanto su catálogo que tiene un favorito en mente: un clásico precioso de Jesús Peiró que quita el hipo.
Y es que, en mi opinión, eso de regalar dinero puede estar muy bien para los novios a la hora de pagar la fiesta e incluso el viaje de la Luna de Miel, y no es que esté en contra porque entiendo que a veces a ellos les viene mucho mejor eso que un microondas nuevo, pero no creo que sea un regalo que debamos hacer a todos por igual. Para mí ese regalo es para familiares y amigos con los que no tengas una relación especial porque aquellos con los que sí tienes algo más, merecen un regalo original, sentimental y mucho más personalizado.