Quieres poner unas ventanas nuevas en tu casa y además lo quieres todo. Tienen que ser guapas, económicas y además, resistentes y duraderas. Claro, como no. Eso es lo que quiere todo el mundo. Pero esto no siempre es fácil, más que nada, lo digo por lo del precio, porque este varía en función del tipo de ventanas, que a su vez, va a depender de las características de la vivienda, y has de saber, amig@, que hay ventanas más caras que otras, porque también son más complejas. Y es que las ventanas de hoy, ya no son como las de ayer. Hay modelos para dar y tomar y algunos van mejor que otros. Y cuando se trata de casas ubicadas en lugares poco protegidos, donde pega duro el sol en verano o el frío en invierno, conviene no escatimar en este aspecto. Ya que, además de notarlo en tu factura de la luz, lo agradecerás en el interior de tu vivienda. No hay nada peor que estar mal a gusto en la propia casa.
Un modelo de ventana para cada casa
En función de su orientación, las exigencias son distintas, y las ventanas pueden ayudar a combatir las altas temperaturas del verano, cuando aíslan bien, pero también cuando se pueden abatir para permitir que entre un poco el aire, pero no todo el calorazo. Y en el invierno lo mismo, ya que este tipo de ventanas van fenomenal para los días de lluvia, por ejemplo, porque ofrece la posibilidad de ventilar sin que entre la lluvia. Lo ideal son las ventanas que permiten varias posiciones, en función de las circunstancias. En otros casos, la climatología de un lugar, no exige tantos miramientos. Por ejemplo, en ciudades donde la temperatura media anual tiende a ser agradable, tirando a cálida y sin apenas lluvias, es posible que se pueda reducir en parte la calidad de las ventanas, siempre y cuando la vivienda no está orientada al Oeste, y pero aún cuando es alta. De esta no te libras, y además de ventanas de calidad, tendrás que tener unas persianas y unas cortinas de esas que tienen en los hoteles, térmicas o algo así, y en las olas de calor, no te salva ni el mejor ventilador del mundo. En estos casos, lo único que vale es el aire acondicionado. Pero cuando la casa da al este o al sur, y hace mucho calor, siempre es bueno contar con unas ventanas decentes, ya que, el sol pegará en la vivienda a unas horas en las que el calor, todavía se aguanta, lo peor es la puesta.
En los áticos, tener unas ventanas de calidad es fundamental. Si te pasas de cutre en esto te arrepentirás y una de dos, o bien te aguantas con las malas y pasas un calor de mil demonios en el verano y un frío que flipas durante el invierno, lo cual después del gasto y la inversión es bastante absurdo, o bien, te rascas el bolsillo y poner unas buenas. Como siempre, que al final lo barato sale caro, y aunque en principio trates de acostumbrarte, de adaptarte y de autoconvencerte de que no es para tanto, antes o después terminarás por cambiarlas. A ver, no todas las ventanas son iguales, de eso no hay duda, y unos grados de temperatura de diferencia en tu casa, no son ninguna tontería. Y no, no todo es la misma mierda.
A fin de dar solución a todas los problemas de cerramientos de las viviendas, la familia Miró Doménech crea en el año 1989 Replus, donde fabrican ventanas y cerramientos de varios modelos, ventanas oscilobatientes, osciloparalelas, elevables, correderas, y también techos móviles graduables, corredizos, deslizantes y fijos… incluso te ofrecen la posibilidad de elegir el tipo de acabado. Con el ánimo de adaptarse a los nuevos tiempos, la empresa se reformó, y hoy cuenta con 200 tiendas en todo el país, y cada mes, se abre al menos, una. Su éxito, se debe a que son fabricantes, por lo que pueden controlar todos los procesos, hasta que el producto llega a su destino, la casa del cliente.
Así pues, cuanto más tiempo tardes en cambiar tus ventanas, será peor para ti. De esta forma las disfrutarás más tiempo. Estar bien a medias es casi peor que estar mal, que estar sin nada, ya que, al no tener nada, al menos te alivia el no haber gastado. Pero lo de ir a lo barato, siempre sale mal, la diferencia no es tan grande. ¡Cuántas veces mira la gente los precios en el súper y coge un producto de marca desconocida solo porque es más barato y al final tiene que tirarlo! Que no digo que probar, arriesgarse, sea algo malo, al revés, pero cuando se trata de renunciar a algo que te gusta por ahorrarte unos céntimos.
Lo barato sale caro
Un ejemplo lo tenemos en las pilas. No duran, claro, porque las compramos en el todo a un euro para ahorrarnos una mierda, y ni pa el mando sirven. Y encima, nos quejamos. ¿Sabes todo lo que se gasta para hacer una pila y que llegue a ti? Pues desde luego lo que pagas en el bazar chino no. en cambio, por un euro más, puedes conseguir pilas que te durarán hasta 10 años. Y lo mismo ocurre con la ropa. Porque se habla de explotación cuando es el consumidor el primero que exige precios ridículos. La ropa, es de las pocas cosas, que hoy, está más barata que ayer. ¿Cómo pretendes pagar menos por una camiseta que por una copa de whisky, un paquete de tabaco o por ir al cine? Y en cuanto a la explotación, todo es tapar los ojos, un no querer ver. Y si nos dieron dos ojos y dos oídos es para usarlos. En cambio, la boca es distinta, solo hay una, y eso es porque hay que usarla menos que los otros dos.
Pero el caso, es que la mayoría de las cosas, ya sean las pilas, la ropa o las ventanas, duran más y hacen más servicio, cuando se compra exactamente aquello que se necesita. Cada ocasión, circunstancia, ocasión, exige algo concreto. Por eso, a día de hoy, existen en el mercado infinidad de opciones