Hemos crecido con cortinas. En España estamos totalmente habituados a contar con cortinas en cada ventana o ventanal de la casa. Las persianas y cortinas constituyen un tándem sin igual dentro de la decoración del hogar. Cubrir estos espacios destinados a la entrada de luz, aire y calidez, se supone más un aspecto decorativo que funcional. La realidad en otros países, es la inexistencia tanto de persianas como de cortinas.
Sin embargo, estamos en España y este país, se desvive por persianas para aislar las viviendas y protegerlas de miradas extrañas y cortinas o estores, para más de lo mismo, pero con elegancia.
Para gustos los colores, ya nos lo repiten desde Cortinas y telas a medida, con quienes además, hemos descubierto a que se refieren cuando hablan de cortinas técnicas. Pensado que en el mundo de la cortina, esto sería el término especifico de un tipo de cortina específica y más bien destinado al uso industrial, ha resultado que errábamos. Se trata ni más ni menos, de los estores.
Sin dar más rodeos, vamos a ver que nos parece mejor para nuestras ventanas: un estor o una cortina. En estas cuestiones, juega un factor preponderante, el gusto. Al final se trata de eso, lo que más te guste. Hay personas que prefieren un estor, por funcionalidad o comodidad o quizá por variedad o a saber porque. A otras les gusta más la cortina de toda la vida, quizá por elegancia o por durabilidad, modo de limpieza…
No existe la fórmula magistral para saber lo que es mejor para cada casa. No hay una regla no escrita, ni escrita tampoco, para decantarse por uno u otro método de proteger la casa de la mirada exterior.
No obstante, analicemos un poco cada una de estar partes decorativas y textiles de la vivienda.
Las cortinas, solas o con visillo
Las cortinas, esas de toda la vida, las que arrastran por el suelo si se les descose el dobladillo, son una excelente opción si tu morada, cuenta con grandes ventanales. La majestuosidad de una gran cortina, confeccionada con tejidos de ensueño, viste con elegancia la más pobre de las estancias.
Para que hagan juego con la tapicería de sofás o sillas, o los colores de la pared. Las cortinas pueden confeccionarse por encargo, a medida, con la tela que elijas… en ese caso, siempre juegan un factor relevante frente al estor. Algo más limitado en ese sentido.
Cuando quiere regular el paso de la luz del sol y sus destellos, puedes poner debajo el visillo. Esta tela más fina y translucida, permite el paso de la luz más intensa como si la filtrara y suavizara.
Puedes hacer que las cortinas se mimeticen con la pared. El mismo color, la misma textura (visual que no táctil) y ya no hay cortinas, ni ventana ni pared.
En contra, las cortinas tienen algunas cosas, claro está. Ventajas tampoco es que tengan demasiadas que todo hay que decirlo. Lo cierto es que por mucho que la ventana sea grande, la cortina siempre va a quitar algo de entrada de la luz. Por recogida que la tengas, tapará parte de la ventana.
Su confección requiere de más tela que para fabricar un estor, lo que incrementa su coste.
Pueden tener un tamaño considerable, lo que las convierte en un artículo más complicado de lavar. Sus tejidos, además, cogen más olor que otros y el humo, de los fumadores o la cocina, se adhiere y les aporta un color diferente.
El estor se enrolla muy bien
Los estores, de origen difuso entre el norte de Europa, Inglaterra y Estados Unidos, se crearon más como un tamizador de luz, que para evitar que pase. Esas cortinillas enrollables verticalmente, cuentan cada vez con más adeptos.
Entre las ventajas con las que cuentan los que prefieren enrollarse a recogerse, esta su menor coste. El precio de un estor puede variar mucho si lo compras en modo estándar o personalizado, pero no alcanzan el valor de unas cortinas.
Se trata de un excelente opción es espacios pequeños. Hay que tener en cuenta, que actualmente, las viviendas se asemejan más a latas de sardinas donde todo es mini, ventanas incluidas, que los caserones de antes, donde una buena cortina podía lucirse.
El más enrollado de los textiles de la casa, permite la regulación del paso de la luz. La opacidad, los modelos día y noche o la propia apertura, permiten jugar con la entrada de la luz exterior.
Generalmente, dejan libre el espacio existente debajo de la ventana. Porque si, ese espacio se puede aprovechar si la cortina, no lo impide.
Pero no todo son virtudes en favor los estores, también cuentan con algún punto negativo. Por ejemplo, a veces resulta muy incómoda la apertura de la ventana. Sobre todo cuando esta bajado que es casi siempre si vives en pisos bajos o con vecinos enfrente.
Los mecanismos de instalación, son un tanto más complejos que la barra de la cortina. A veces se atascan, otras se rompen… Nada que un buen manitas no pueda arreglar, pero que en ocasiones es un incordio. Si te sale mal el mecanismo del estor, acabarás por odiarlo.
Poco más se puede añadir al universo del estor o la cortina. Sin duda, son indispensables en muchas ocasiones. La privacidad que ofrecen junto a la calidez que no aporta una mera persiana, convierten a ambos en perfectos aliados ahuyenta mirones.
A nivel decoración, evidentemente, juegan un papel más relevante. Una casa bien vestida, es un hogar. La impronta que deja una persona decorando su hogar, es lo que marca la diferencia de una casa que no lo es. Sentirse cómodo o cómoda en el lugar en el que vives, es fundamental.
En ese sentido, la decoración, es una de las claves. Las cortinas o estores que decidas poner en tu casa, serán una seña de quien eres, tus gustos, etc. Si eres de los que ponen un estor, seguramente, seas una persona más funcional, moderna y despreocupada por los detalles. En cambio, si optas por las cortinas, seguramente, seas tradicional, atenta y cuidas el detalle.
Como sea, cada uno que se decante por lo que más le convenga. Las ventajas de uno, son las desventajas de otro.