El Flamenco ha formado parte de mi vida desde que tengo uso de razón, y eso que no crecí en Andalucía sino en Madrid.
Mis padres tuvieron que marcharse en búsqueda de mejores oportunidades laborales, dejando atrás con mucha nostalgia a su gente y ese pedacito de cultura que canta y baila.
Por suerte, no eran los únicos andaluces que habían elegido Madrid como lugar de destino, así que encontraron una enorme comunidad andaluza con la que siempre quedaban para cantar y bailar flamenco.
Así crecí, rodeada de un arte que bebe de múltiples culturas y tradiciones, un arte que me recuerda de dónde vengo y me ayuda a expresarme a través de la voz y del movimiento.
Desde pequeñita siempre me encantaba unirme a las bailaoras en las fiestas que organizaban mis padres, me ponía a bailar con ellas, imitando sus gestos y siguiendo el compás y el ritmo que marcaba la voz.
En flamenco el cante es lo más importante, digamos que el baile es una prolongación de ese cante, una forma de acompañarlo con el cuerpo.
Pronto aprendí la poderosa herramienta que era el Flamenco para expresar emociones y contar historias. Mi madre era una de las mejores bailadoras de flamenco que conocía, y me lo enseñó todo.
No es de extrañar que terminara dedicándome en cuerpo y alma a la cultura flamenca, tanto a bailarla como a defenderla y difundirla por el mundo.
Transmitir la pasión por la cultura Flamenca
Empecé bailando para otros y terminé siendo una pequeña embajadora de este maravilloso arte, cuyos orígenes se remontan a los tiempos muy antiguos.
De hecho, al parecer cuenta con influencias que vienen de los fenicios, griegos, cartagineses, musulmanes y, sin duda, la etnia más influyente, los gitanos.
Se trata de una cultura que parte de un mestizaje de muchos estilos musicales, influencia de la España árabe, pero, sobre todo, su creación se la debemos al pueblo gitano, un pueblo procedente de la India. Al parecer su llegada a España se remonta al S XV, en busca de climas más cálidos.
Así, el flamenco evolucionaría siempre bebiendo de su herencia gitana y de numerosas influencias para llegar a este baile tan característicos donde destaca su gran presencia como baile principalmente individual.
Y es que, descontando las sevillanas y algunas alegrías y fandangos, nos encontramos ante un baile que nace para expresar sentimientos individuales, que debe, además, ser asimilado por un cuadro completo de varias personas, que deben de dominar a la perfección los tiempos, técnicas y contenidos para conseguir un resultado excepcional.
Después de bailar para una de las compañías nacionales más importantes, y de recorrer los escenarios de medio mundo decidí empezar a transmitir a los más jóvenes lo que sabía y empecé el proyecto de montar una escuela de Danza Flamenca con un enfoque moderno y una metodología innovadora para atraer a los más jóvenes y recuperar la preciosa tradición de nuestra cultura originaria.
Mi idea era devolverle al Flamenco todo lo que me había regalado durante tantos años, y sabía que transmitírselo con entusiasmo a las generaciones más jóvenes era la mejor forma.
Así que decidí empezar mi proyecto invirtiendo gran parte de mis ahorros. Al principio movida por la pasión de una nueva idea, todo era posible, no veía ningún impedimento, me compré los mejores trajes en El Duende de Sevilla y me puse el mundo por montera pero, con el tiempo empecé a comprobar lo difícil que resulta emprender un negocio en España.
Estaba claro que, si quería que me saliese bien, tenía que poner todo mi esfuerzo y rodearme de los mejores profesionales y asesores, empezando por el tema del local.
Y es que, conseguir un local adecuado para dar clases puede ser sencillo, pero si la materia a impartir es Flamenco es necesario que el local cuente con una serie de características adicionales, como buena acústica, luz…
Sabía que encontrar un local adecuado para mis clases sin ayuda en Madrid era un acto suicida, así que recurrí a la empresa que me recomendó un buen amigo, también emprendedor, se trataba de Areaasesores, y no exagero al decir que, literalmente, me salvaron la vida con su servicio de asesoramiento y consultoría inmobiliaria.
Se trata de una agencia especializada precisamente en inmobiliaria para empresas, así que sabían orientarme perfectamente a la hora de invertir mi dinero en un el alquiler de un local.
Realizaron un servicio a medida que solucionó mu rápidamente este problema que estaba retrasándome tanto para empezar.
Una vez que conté con el local adecuado todo empezó a salir casi sin esfuerzo, el baile empezó a ser el protagonista de mi barrio, la conversación en boca de todos y las alegrías de un montón de jóvenes que empezaron a disfrutarlo y a conocer una cultura que llevaban en la sangre, ¡y muchos sin saberlo!