Regala escapadas

Un recuerdo que tengo grabado a fuego en la mente es cuando alguno de mis compañeros de la escuela cumplía años, y traían bolsas de chucherías a la escuela. De hecho, uno de los mejores recuerdos que tengo en la memoria fue cuando mi padre sacó del maletero de nuestro viejo Land Rover una bolsa llena de bolsitas de chucherías para mis compañeros.

Se ha puesto muy de moda regalar cosas sin ningún motivo en concreto, ya que la sociedad y las grandes cadenas nos han impuesto un sistema en el que cada ciertos meses tenemos que regalar algo a nuestro padre, madre o pareja. Esto no es más que una excusa más para comprar, por eso hay un sector de la sociedad que regala durante el año para no tener que regalar en las fechas marcadas por las empresas.

A la hora de hacer un regalo hay personas que intentan encontrar el regalo perfecto adivinando los gustos de la persona, y llegando a un producto o detalles que no tiene y que hará que cuando lo vea recuerde a la persona que lo regaló. Pero hay otras personas, entre las cuáles incluyo a mi hermano, que te preguntan directamente que quieres, eliminando esa chispa de emoción que conlleva tener un regalo perfectamente envuelto entre tus manos.

Hoy vamos a proponer un regalo diferente, un viaje. Como veremos, regalar un viaje supone una gran acción por parte del que regala, porque está regalando la única moneda que no se puede recuperar, el tiempo. Los viajes favorecen la unión entre personas aunque tengan diferentes orígenes y opiniones.

Motivos para regalar un viaje

viajar es ganar tiempo con otra persona, contigo mismo y juntos. Y qué mejor si lo que hacemos continuamente es perder el tiempo, si siempre estamos restando, qué mejor que hacer algo con lo que sumemos. Viajar es huir de la rutina que todo el mundo odia, ganar experiencias, cultura y vivencias.

Un viaje te puede unir más a otra persona. Compartir un viaje con una personas nos hace volvernos más transparentes, ya que tienes compartir el tiempo con otra persona que te comenta sus pensamientos sin filtro, y no hay muchos lugares dónde esconderse. Los temas de conversación que salen durante los viajes te hacen reflexionar sobre los diferentes puntos de vista y te unen a la persona con la que viajas, creando lazos muy fuertes.

Además un viaje te ayuda a llegar a soluciones en las que todos ganan, ya que siempre pueden haber descontentos o disparidades que se tienen que resolver. Aprendes a desarrollar la empatía para poder dar salida a una solución, ya que si te quedas parado el tiempo se va y eso no lo recuperas.

Viajar ayuda a descubrirte. Puede ser que esa otra persona te tenga que acabar arrastrando y haya incluido a escondidas un lugar al que ir en el planning, y tú acabes enfadándote, pero, al final, es muy probable que acabes comiéndote tu orgullo y dándole las gracias por haberte enseñado ese lugar. Viajar es un tiempo para pensar y reflexionar, algo para lo que normalmente no se tiene tiempo.

Viajar mejora tu salud y abre la mente. Como hemos dicho un viaje nos ayuda a desconectar y a reflexionar, pero el cerebro tiene que enfrentarse a nuevas situaciones que no ha vivido nunca, y esto estimula la creación de nuevas neuronas y refuerzo de la conexión entre las mismas. Asimismo aprendes a memorizar de manera más rápida, ya que si no hablas un idioma tiendes a aprender más rápido cuándo lo necesitas. Por no hablar del enriquecimiento cultural que se consigue viajando.

Como vemos, viajar supone una experiencia vital que no solo nos ayuda a establecer lazos fuertes y duraderos con las personas que regalan el mismo, sino que además nos enriquece hasta el punto de fortalecer la neuroplasticidad. Unos viajes que se han puesto de moda son aquellos en los que se duermen en hoteles boutique.

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