El dormitorio es la estancia más íntima de la casa. Nuestro “Santo Sanctórum”. El lugar al que todos no están invitados. Y donde, sea de una forma casual o buscada, dejemos entrever como somos. Si quieres que tu dormitorio refleje tu personalidad, mejor planifícalo en vez de esperar a que tu personalidad se manifieste por sí sola.
El decorador e interiorista catalán Sebastián Bayona, fundador de Bayeltecnics Studio, un estudio de interiorismo de referencia en la ciudad condal, con más de 20 años de experiencia, opina que los dormitorios crean espacios que reflejan la personalidad y el estilo de quien los habita.
Quizás en otro tiempo, el dormitorio fuera la habitación destinada únicamente para dormir y descansar. Hoy, para la mayoría de la población, es el rincón más personal de la casa.
Cuando de verdad queremos estar solos, cuando queremos relajarnos, nos vamos al dormitorio. Por eso no es extraño que muchos dormitorios actuales cuenten con un aparato de televisión o con una mesa de escritorio con ordenador.
En el dormitorio tendemos a guardar nuestros recuerdos más íntimos. Aquellos que representan mucho para nosotros, los que no deben estar al alcance de cualquiera. Solo de aquellos con los que queremos compartirlos.
Por tanto, no es extraño que nos refugiemos en nuestra alcoba cuando queramos leer un libro sin que nadie nos moleste, o cuando queremos hacer una videollamada a alguien especial.
Esto requiere que en la habitación nos sintamos cómodos. Que esté acondicionada de tal manera que pueda cubrir nuestras necesidades. Esto implica una parte operativa, pero sobre todo, requiere un toque de diseño personal que solo nosotros sabemos darle.
Un dormitorio para cada edad.
La clasificación más sencilla de un dormitorio es en función de la edad de su ocupante. Lógicamente, no tiene las mismas necesidades e intereses un niño de 5 años que un hombre divorciado de 50. En este sentido, la revista de decoración Homify nos proporciona algunos consejos para hacer que la alcoba se adapte a la edad de su usuario.
- Dormitorio infantil.
El dormitorio de una niña o de un niño es un punto de intersección entre dos aspectos, la utilidad que quieren los padres y los gustos personales del niño. Por tanto, es importante para decorar la alcoba de nuestros hijos, que la negociemos con ellos previamente. No significa que le hagamos caso en todo. Nosotros queremos crear un espacio en el que puedan estudiar y donde guarden sus cosas. Pero debemos atender a lo que les gusta. Que puedan albergar allí sus juguetes preferidos y que adornen las paredes con las imágenes y dibujos que les entusiasman. Debemos partir de que la alcoba de un niño es un espacio dinámico, vivo. Sus gustos y necesidades irán variando con el tiempo. No podemos esperar que nuestro hijo se sienta cómodo a los 10 años, con un dormitorio que le decoramos cuando tenía 4.
- El dormitorio de un adolescente.
Si decimos que un dormitorio refleja la personalidad del ocupante, esto alcanza su máxima expresión cuando quien lo utiliza es un adolescente. La adolescencia es un periodo de la vida complejo. La etapa de transición entre la niñez y la edad adulta. El momento en el que el individuo está forjando su propia personalidad. Está buscando su lugar en el mundo. Para un adolescente, el dormitorio es su mundo personal. La habitación de la casa en la que pasará más tiempo, con diferencia.
Si tenemos varios hijos y comparten habitación, entre los 10 y los 12 años, en la preadolescencia, es el momento de adjudicarles una habitación individual. Esto es algo que favorece su desarrollo personal. Le dotamos de un nivel de intimidad que necesitan para crecer.
Como suele ser habitual en la mayoría de los casos, pasarán a ocupar habitaciones pequeñas. Más que otra cosa, por limitaciones físicas de la vivienda. Aparte del estilo personal que quieran imprimirle, deben ser habitaciones operativas. En las que se aproveche al máximo el espacio. Que cuenten con la infraestructura necesaria para cubrir sus necesidades.
- El dormitorio de una pareja.
En algún momento de nuestra existencia, decidiremos compartir nuestra vida con otra persona. Como es lógico, desearemos pasar las noches con ella. Hay individuos que no lo hacen nunca, pero no es lo normal. No es por un problema de convencionalismos sociales, es una característica inherente a nuestra especie. Existen estudios antropológicos que señalan que en el paleolítico, cuando los hombres se organizaban en clanes, donde no existía la familia patriarcal actual, los individuos tendían a emparejarse.
Por tanto, cuando esta situación se da, la alcoba de la pareja es un reflejo de su relación. Es lógico que una habitación de matrimonio tenga una coherencia estética, pero debemos partir de que la pareja está formada por dos individuos independientes, que comparten un espacio común.
Normalmente, en las camas de matrimonio, cada miembro de la pareja suele acostarse siempre en el mismo lado. Tenemos tres elementos: cada uno de los miembros, y un espacio común, que lo simboliza la cama.
Por tanto, el espacio de la cama de uno, debería corresponderse con la mitad de la habitación. La mesita de noche, la mitad del armario que le corresponde la silla o galán que usa para dejar la ropa, debería ser algo privado, personal.
Parece una tontería, pero esto influye en la estabilidad de las parejas.
- El dormitorio de una persona mayor.
A media que nos vamos haciendo mayores es inevitable que nos aparezcan problemas de salud. Nuestro cuerpo lleva en funcionamiento más de 70 años y no va a estar como cuando teníamos 20. Por mucho que hagamos ejercicio.
La habitación de una persona mayor ante todo, debe ser cómoda y despejada. Que se pueda mover con facilidad sin tropezarse con muebles y obstáculos. En la llamada tercera edad es frecuente atravesar periodos más o menos prolongados de enfermedad. Por lo que sería interesante meter una butaca o un sillón dentro de la habitación, al lado de la cama, para que el cuidador pueda estar cómodo cuando el usuario esté convaleciente.
También es frecuente que la persona mayor quiera guardar recuerdos de su vida en la alcoba: fotografías, libros, regalos. Debe tenerlos a mano, en el sitio que ha designado. Son toda una vida reflejada en objetos materiales.
El dormitorio según tu personalidad.
Queramos o no, una persona triste tenderá a tener un dormitorio sombrío, apagado; mientras una persona alegre preferirá que la luz natural impregne la alcoba. Un individuo pesimista se sentirá cómodo durmiendo entre paredes grises, mientras que otro optimista, sentirá la irrefrenable tendencia de aportar color a la habitación. Bien sea con la pintura de las paredes o con el color de los complementos que la decoran. En este sentido, la versión mexicana de la revista Cosmopolitan analiza algunos detalles relacionados con la personalidad que aparecen en la decoración de los dormitorios. Estos son los más curiosos:
- Dormitorios con libros.
Algunas personas tienden a crear pequeñas bibliotecas en sus dormitorios. A veces, tan solo son una repisa o dos con libros. Obedece al hábito de leer por las noches para conciliar mejor el sueño.
Este detalle nos indica que nos encontramos ante una persona culta, con curiosidad, con hambre de conocimiento. Que le gusta aprender cosas nuevas por medio de la lectura. Probablemente, disfrute viajando, sea un buen conversador y tenga un rico mundo interior.
- Un dormitorio con plantas.
Aunque no es recomendable meter plantas dentro de una habitación, más que otra cosa porque las plantas por la noche absorben el oxígeno y emiten dióxido de carbono, lo cual puede afectar negativamente a nuestro descanso y a nuestra salud, es normal que algunas personas introduzcan plantas en la alcoba.
Este elemento nos está señalando que estamos frente a una persona amante de la naturaleza que siente una fuerte conexión con la tierra. Suelen ser personas respetuosas, tolerantes, amables y cariñosas. Individuos a los que no les gustan los conflictos, buscan la paz y la serenidad; esperando alcanzar la armonía.
También son personas que les gusta cuidar a los demás, amantes de la vida. Esto se puede adivinar porque cuidar las plantas requiere dedicarles tiempo.
- Una alcoba con velas.
Cuando nuestros abuelos eran pequeños era normal que en los dormitorios hubiera velas, incluso algún candelabro. Esto se debía a que eran frecuentes los cortes de luz. Para afrontarlos era conveniente disponer de velas en el dormitorio.
Hoy tener velas en una alcoba, quemadores de incienso o algún complemento similar, nos indica que nos encontramos ante una persona espiritual. Con un lado oculto, misterioso, que en ocasiones puede resultar interesante descubrir.
- Una alcoba desordenada.
Un cuarto desordenado es un reflejo del estado en el que se encuentra la vida de la persona que duerme allí. Una persona a la que le cuesta mantener la calma y que da más prioridad a solventar las tareas diarias sobre la marcha, que a alcanzar un cierto equilibrio emocional.
Un dormitorio dice mucho de nosotros. Por eso, no olvides nunca darle tu toque personal cuando te dispongas a redecorarlo.