Cuando las bolsas también son imagen de marca de una empresa

Hace poco decidí montar una pequeña tienda de comestibles gourmet en mi barrio, una de las zonas más pijas de Madrid, cerca de la calle Serrano, que según los estudios parece ser que ahora donde se mueve todo el cotarro de la capital, por encima incluso de la calle Ortega y Gasset. Pues bien, una de las cosas más tontas quizás vistas desde fuera fue la idea que le di a ofrecer o no bolsas de plástico con los productos. Al final las compré, concretamente en la empresa Plásticos Alhambra, y estoy bastante contenta con mi decisión.

La duda sobre si comprar o no bolsas de plástico surgió porque tenía diferentes formas de pensar en la cabeza, varias vertientes que me hacían no decantarme por nada en concreto. Por un lado pensaba en ofrecer bolsas de papel por el tema de poder reciclar y ser una empresa comprometida con el medio ambiente, pero la verdad es que me pareció una pérdida de dinero y una molestia para los compradores cuando estos viniesen en los días de más lluvia. Este tipo de bolsas se van empapando hasta deshacerse el papel y se rompen. Y no quería que el recuerdo de mis compradores de mi empresa fuese tener que cargar las cosas ellos mismos porque por el camino se les había roto la bolsa. O lo que es peor, que encima llevasen algún tarro de cristal, por ejemplo, y esto se rompiese al caer al suelo y encima les produjera algún corte.

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La máquina con la que se fabrican las bolsas en la empresa Plásticos Alhambra.

Medité también el hecho de no ofrecer bolsa alguna, pero la verdad es que no todo el mundo que va a comprar se lleva bolsas con él. De hecho, muchos de mis clientes simplemente pasar por delante de la tienda y entrar a comprar algo por lo que se sienten atraídos, pero sin haberlo pensado antes, por lo que en ese caso es totalmente seguro que vienen sin bolsa ni recipiente alguno.

Otra de las opciones era contar con la mítica bolsa de plástico que tan de moda está pagar en los supermercados por ella. Son solamente unos céntimos, pero al final del año suman.

Yo estuve un tiempo hablando con un amigo experto en publicidad sobre esto y al final llegamos a la conclusión de que lo mejor era ofrecer las bolsas de manera gratuita. Es como una especie de aliciente que la gente venga a mi tienda y no tenga que pagarlas, ya que le da un cierto prestigio. Yo entiendo que las bolsas están serigrafiadas con la publicidad de mi tienda y por tanto soy yo quien debe pagar por ellas a la fábrica, en este caso, Plásticos Alhambra. No se trata de ser menos respetuosa con el medio ambiente, sino que se lo presupongo a los compradores, de quienes espero que las usen para luego echar la basura y las reutilicen lo máximo posible hasta mandarlas a reciclar, ya que me he comprometido a comprarlas siempre en esta empresa de bolsas de plástico para asegurarme de que son de buena calidad y biodegradables a la vez.

Por último, cabe destacar que son también parte de la imagen de marca de mi compañía, ya que por su color negro muchos identifican el logo con mi establecimiento gourmet y cuando, por ejemplo, abra otras sucursales, la gente se dará cuenta de que tiene una cerca al ver caminar a personas por su lado con esa bolsa.

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