Gestionar de una manera diligente todo lo que tiene que ver con una comunidad de propietarios no es en absoluto sencillo. De hecho, puede llegar a ser una de las tareas más laboriosas que os podáis imaginar. Son muchos los asuntos que es necesario tener en consideración en relación a este tema, que además es muy sensible porque afecta directamente a lo que tiene que ver con la calidad de la vida de los vecinos. Y ya sabemos que, cuando alguno de esos vecinos considera que no se está protegiendo esa calidad de su vida, ataca con toda su artillería al vecino que se encuentra al mando de la comunidad.
Existen soluciones para todas estas situaciones y no se pierde nada por explorarlas. Una de las que más valoradas resulta es la que está ligada a la figura del administrador de fincas, una persona que se encargue de realizar todo ese arduo trabajo para el que quizá un vecino de a pie no esté preparado o que no disponga del tiempo suficiente como para acometer una labor de ese tipo. Muchas comunidades se encuentran regidas por este tipo de administrador y lo cierto es que eso les está ayudando sobremanera a realizar todos sus trámites de una manera más efectiva y eficaz.
Según lo que nos dicen desde la gestoría Toledano, el administrador de fincas se ha convertido en una figura indispensable para buena parte de las comunidades de vecinos que se encuentran en nuestro país. Eso y la promoción de este tipo de servicios a través de Internet es lo que ha hecho posible que cada vez más comunidades estén regidas por una figura como esta, de tal modo que su gestión se realice de un modo mucho más profesional, fiable y seguro.
España es una referencia en lo que a administradores de fincas se refiere
La figura del administrador de fincas es mayoritariamente española y hay un motivo que explica perfectamente por qué esto es así. Ese motivo está directamente relacionado con lo que apunta la noticia de El Correo que os vamos a enlazar a continuación: que España es el país de los pisos. De hecho, mientras que en un país como Francia sólo el 34% de la gente vive en pisos, en España somos casi el doble de ese porcentaje. Lógicamente, eso tiene implicaciones como las que os hemos comentado.
En concreto, somos el segundo país de Europa con un mayor porcentaje de gente que vive en pisos. Ese porcentaje es del 65%, muy cerca de que registra la nación que copa el liderato en ese sentido, que es Letonia con un 66%. Suiza aparece también en el podio con un 62% de su gente, pero hay que decir que un piso en ese país poco tiene que ver con la mayoría de los pisos de los que disponemos en España, para nuestra desgracia. Las cosas son como son y así es como hay que admitirlas.
El éxodo rural que experimentó nuestro país desde mediados del siglo pasado es lo que ha terminado provocando que la vivienda vertical sea toda una característica de nuestro país en los tiempos que corren. Después de la guerra civil, hubo muchas familias que necesitaron acudir a grandes ciudades para obtener un puesto de trabajo que no existía en el campo. Y las ciudades, aunque han seguido creciendo, tienen un límite en lo que a su expansión se refiere. De ahí que se haya construido en vertical y de ahí, por tanto, que la figura del administrador de fincas sea una figura tan importante a día de hoy para las comunidades de vecinos.
Y así lo va a seguir siendo. España, además de todo lo que ya hemos comentado, ha sido uno de los países que más ha apostado por el negocio de la construcción, y sobre todo lo ha hecho construyendo en vertical. A causa de esto, como ya imaginaréis, hay un montón de bloques de pisos que dan lugar a una múltiple cantidad de comunidades de propietarios. Es un rasgo muy característico ya no solo en las grandes ciudades, sino también en sitios en los que el turismo de masas es habitual. Las Islas Canarias y la costa mediterránea (Islas Baleares incluidas) son un buen ejemplo de ello.
La tranquilidad de la que se puede gozar con un administrador de fincas ya es de sobra conocida para un montón de gente en España. Y es lo que nos hace pensar que a esta profesión le queda un futuro prometedor por delante. Es la recompensa a un trabajo bien hecho y que seguro que va a seguir deparando buenos resultados. Lo que sirve y resulta útil al final se mantiene con el paso del tiempo.